Puestos a citar medidas que podrían ayudar a tener una Administración Publica Española más austera, me atrevo a incluir una: la adopción de medidas de sostenibilidad en nuestras Organizaciones Publicas y para ello la obligación-voluntaria de que todas ellas dispongan y apliquen un simple MANUAL DE BUENAS PRACTICAS AMBIENTALES.
No se puede, bueno poder si se puede, puesto que se esta haciendo, mejor decir no se debería, desde la Organización Publica hablar de sostenibilidad y no aplicar internamente medidas que favorezcan la misma. Es curioso escucharlas y leer sobre el cambio climático, el crecimiento sostenible, la optimización de los recursos, etc., es también curioso ver sus llamamientos en busca de un compromiso de la sociedad para con este tema, y luego observar que en esas mismas organizaciones y sus instalaciones no se suelen aplicar las buenas practicas ambientales, que tanto ayudarían a conseguir estos objetivos, que sin duda son necesarios para el bien de nuestra sociedad.
No se trata de hacer grandes cosas, se trata de ser coherentes y ejemplares y con ello también ser más eficientes y respetuosos con el dinero publico que administramos por delegación de los ciudadanos a quienes debemos servir y dar cuenta, y todo ello con bastante facilidad o al menos con mayores medios que el resto de organizaciones y de ciudadanos a quienes se nos solicita esa concienciación, y por otra parte siendo necesaria y de justicia.
Teniendo en cuenta el numero de organizaciones e instalaciones publicas que actualmente existen en España, cualquier medida tendente a aplicar estas buenas practicas ambientales podría suponer un considerable impacto beneficioso para nuestras arcas publicas y para nuestros recursos naturales, que como todos sabemos no son ilimitados y deben respetados y protegidos.
¿Que costo supondría?, ¿que dificultades tendríamos para confeccionar y aplicar este manual que se propone?. ¿Cuantos beneficios obtendríamos?. ¿Cuánto ejemplo seriamos para con nuestros ciudadanos?
Existen medidas de todo tipo, medidas diferentes ante situaciones distintas, medidas para actuales instalaciones, medidas de cara a próximas construcciones o reformas. Medidas de ahorro económico y medidas de protección de nuestros recursos naturales, pero sobre todo se trata de medidas justas, justificables y necesarias, por el bien de nuestra sociedad, nuestros conciudadanos, pero más aun son medidas de solidaridad y justicia para con nuestros descendientes.
Se trataría simplemente y sencillamente de analizar que materiales utilizamos diariamente y también de forma esporádica, para así identificar los aspectos medioambientales y sistematizar su correcta gestión desde el punto de vista de la sostenibilidad. Los impactos ambientales de cualquier actividad, incluida la de los servicios públicos, se clasifican en función de los recursos que se utilizan para realizar las actividades, los servicios y productos que se prestan o sirven y de su incidencia en el territorio en el que se interviene.
Una vez identificados, con cualquiera de las metodologías que existen, habría que evaluar sus respectivos impactos, destacándose aquellos mas significativos, debiéndose tener previstas tanto acciones correctivas como preventivas debidamente protocolizadas ante la aparición de cualquier signo o evidencia de posible o real impacto de los diferentes aspectos ambientales identificados.
Estos pasos previos nos harán visibles todas nuestras practicas incorrectas en cuanto a consumos, contaminación y generación de residuos, y animarnos o mejor dicho a exigirnos a la realización de “buenas practicas” por ejemplo en cuanto a la energía, el agua, la gestión de los residuos y la contaminación.
Las Organizaciones Publicas tienen los medios para redactar y confeccionar estos manuales de buenas practicas ambientales, tienen medios para concienciar a sus trabajadores de la necesidad de corregir las practicas incorrectas y de aplicar las buenas practicas, y además tienen medios para corregir las causas de esas malas practicas y sobre todo para implantar las correcciones necesarias para restablecer las buenas practicas y para asegurarse que en el futuro no vuelvan a ocurrir.
Para llevar a cabo estas buenas practicas que tanto beneficiaría a la sociedad (ahorro de recursos económicos y optimización de los recursos naturales) es necesario del firme y publico compromiso de los políticos y directivos públicos, tanto en poner los medios necesarios como en la sensibilización de sus trabajadores, incorporando estas practicas como un “valor” de la Organización dentro de su misión, visión y política de responsabilidad social y por lo tanto lo debe incorporar a su gestión estratégica y diaria.
Yo, nosotros, la Agencia de Desarrollo Local de Santa Pola ya estamos trabajando en ello, habiéndolo incorporado en nuestro Plan Estratégico, también habiendo aprobado recientemente dentro de sus valores como organización, el de Responsabilidad Social Corporativa, que dice: “Nos esforzaremos por ser respetuosos con el medio ambiente, fomentando las iniciativas que promuevan en nuestro ámbito laboral una mayor responsabilidad ambiental”, y estando a punto de terminar nuestro “MANUAL DE BUENAS PRACTICAS”.
Animo, es posible y necesario.
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Teniendo en cuenta el numero de organizaciones e instalaciones publicas que actualmente existen en España, cualquier medida tendente a aplicar estas buenas practicas ambientales podría suponer un considerable impacto beneficioso para nuestras arcas publicas y para nuestros recursos naturales, que como todos sabemos no son ilimitados y deben respetados y protegidos.
¿Que costo supondría?, ¿que dificultades tendríamos para confeccionar y aplicar este manual que se propone?. ¿Cuantos beneficios obtendríamos?. ¿Cuánto ejemplo seriamos para con nuestros ciudadanos?
Existen medidas de todo tipo, medidas diferentes ante situaciones distintas, medidas para actuales instalaciones, medidas de cara a próximas construcciones o reformas. Medidas de ahorro económico y medidas de protección de nuestros recursos naturales, pero sobre todo se trata de medidas justas, justificables y necesarias, por el bien de nuestra sociedad, nuestros conciudadanos, pero más aun son medidas de solidaridad y justicia para con nuestros descendientes.
Se trataría simplemente y sencillamente de analizar que materiales utilizamos diariamente y también de forma esporádica, para así identificar los aspectos medioambientales y sistematizar su correcta gestión desde el punto de vista de la sostenibilidad. Los impactos ambientales de cualquier actividad, incluida la de los servicios públicos, se clasifican en función de los recursos que se utilizan para realizar las actividades, los servicios y productos que se prestan o sirven y de su incidencia en el territorio en el que se interviene.
Una vez identificados, con cualquiera de las metodologías que existen, habría que evaluar sus respectivos impactos, destacándose aquellos mas significativos, debiéndose tener previstas tanto acciones correctivas como preventivas debidamente protocolizadas ante la aparición de cualquier signo o evidencia de posible o real impacto de los diferentes aspectos ambientales identificados.
Estos pasos previos nos harán visibles todas nuestras practicas incorrectas en cuanto a consumos, contaminación y generación de residuos, y animarnos o mejor dicho a exigirnos a la realización de “buenas practicas” por ejemplo en cuanto a la energía, el agua, la gestión de los residuos y la contaminación.
Las Organizaciones Publicas tienen los medios para redactar y confeccionar estos manuales de buenas practicas ambientales, tienen medios para concienciar a sus trabajadores de la necesidad de corregir las practicas incorrectas y de aplicar las buenas practicas, y además tienen medios para corregir las causas de esas malas practicas y sobre todo para implantar las correcciones necesarias para restablecer las buenas practicas y para asegurarse que en el futuro no vuelvan a ocurrir.
Para llevar a cabo estas buenas practicas que tanto beneficiaría a la sociedad (ahorro de recursos económicos y optimización de los recursos naturales) es necesario del firme y publico compromiso de los políticos y directivos públicos, tanto en poner los medios necesarios como en la sensibilización de sus trabajadores, incorporando estas practicas como un “valor” de la Organización dentro de su misión, visión y política de responsabilidad social y por lo tanto lo debe incorporar a su gestión estratégica y diaria.
Yo, nosotros, la Agencia de Desarrollo Local de Santa Pola ya estamos trabajando en ello, habiéndolo incorporado en nuestro Plan Estratégico, también habiendo aprobado recientemente dentro de sus valores como organización, el de Responsabilidad Social Corporativa, que dice: “Nos esforzaremos por ser respetuosos con el medio ambiente, fomentando las iniciativas que promuevan en nuestro ámbito laboral una mayor responsabilidad ambiental”, y estando a punto de terminar nuestro “MANUAL DE BUENAS PRACTICAS”.
Animo, es posible y necesario.